La inmortalidad y Luis García Montero
 LA INMORTALIDAD   Nunca he tenido dioses  y tampoco sentí la despiadada  voluntad de los héroes.  Durante mucho tiempo estuvo libre  la silla de mi juez  y no esperé juicio  en el que rendir cuentas de mis días.  Decidido a vivir, busqué la sombra  capaz de recogerme en los veranos  y la hoguera dispuesta  a llevarse el invierno por delante.  Pasé noches de guardia y de silencio,  no tuve prisa,  dejé cruzar la rueda de los años.  Estaba convencido  de que existir no tiene trascendencia,  porque la luz es siempre fugitiva  sobre la oscuridad,  un resplandor en medio del vacío.  Y de pronto en el bosque se encendieron los árboles  de las miradas insistentes,  el mar tuvo labios de arena  igual que las palabras dichas en un rincón,  y el viento abrió sus manos  y los hoteles  sus habitaciones.  Parecía la tierra más desnuda,  porque la noche fue,  como el vacío,  un resplandor en medio de la luz.  Entonces comprendí que la inmortalidad  puede cobrarse por adelantado.  Una inmortalidad q...