"El que sólo busca la salida no entiende el laberinto, y, aunque la encuentre saldrá sin haberlo entendido".
José Bergamín
Sueños y realidad
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Los sueños no son la realidad (contra el infantilismo del niño)
pero no hay realidad sin sueños (contra el cinismo del adulto).
La cuestión es guardar el equilibrio (a favor de la madurez) ...
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Lucía Roldán Santamaría de 1º D (Bachillerato) ha dicho que…
Estoy de acuerdo con que no sólo son los sueños (que no son reales) o con que no haya realidad sin sueños, sino que hay que establecer ese equilibrio entre ambas teorías. Desde mi punto de vista, yo pienso, que cuando asimilas la realidad en su totalidad y diferencias qué cosas son reales y cuáles no lo son, ya no existiría esa parte de soñar, de forma que sino fueras una persona muy positiva, tan positiva que tendrías que sacar de todo lo malo de la realidad (que es una gran parte) podría llevarte a la muerte, porque es dura la realidad en la que vivimos. La realidad no es fácil de asimilar (como he comentado antes), no es perfecta, por eso los seres humanos necesitamos guardar el equilibrio entre realidad y sueños. Necesitamos que también existan en nuestras vidas los sueños. Porque si sólo existiera la realidad viviríamos solamente un tiempo hasta que ya no soportaríamos esa vida que es tan real pero a la vez tan dura..., por lo tanto, nos rendiríamos, acabando con nuestras propias vidas. Y si solo existieran los sueños estaríamos viviendo en la irrealidad (una fantasía), por decirlo de alguna manera, no estaríamos viviendo, es decir, todo sería una farsa, nada sería tal como lo percibes, y algunos llegarían a una fantasía de un mundo perfecto (que no existe). También existen los sueños muy tenebrosos (los malos o negativos) porque no hay que descartar que una pesadilla, es un sueño, pero con unos hechos negativos, malos y tristes (esos de los que nunca quieres volver a recordar). Por lo tanto, algunos viviríamos en esas pesadillas llevándonos también a no poder soportarlas, como en la realidad por sí sola. Por eso hay que establecer ese equilibrio, gracias a eso maduramos de alguna o otra forma con el tiempo.
Los problemas filosóficos no son cuestiones a resolver de modo que desaparezcan una vez encontrada la solución. No son expresión de algo que nos falta, de modo que pueda la falta ser llenada con una teoría determinada. No son una herida que se pueda curar. Los problemas filosóficos son pautas germinales, principios generativos de formas diversas de vivir y ser. Del encuentro repetido una y otra vez con ellos y contra ellos resultan formas diversas de sentir, de pensar, de actuar, de esperar. Como un martillo golpea un yunque incandescente y de él saltan chispas, así el pensamiento golpea la matriz del problema, expresada en una pregunta, y de ello saltan creaciones, inventos, novedades, posibilidades y descubrimientos. No hay por tanto nada que resolver ni solucionar. Los problemas filosóficos se resuelven generando en ellos nuevas respuestas en las que el problema insiste. De modo que vayamos a ellos de nuevo, contentos por disfrutar de tan señalada compañía y recordando aquel refrán:...
¿Existe algún ejemplo de verdad indudable? Cuando esta cuestión se plantea en el aula, tras unos segundos de silencio, siempre aparecen algunas respuestas entre las cuales destaca la siguiente: es una verdad indudable que 1+1 son 2 . Sin embargo... no es cierto. Carecemos de competencia técnica, pero nos atrevemos a afirmarlo por las siguientes razones: La notación "1+1=2" es correcta cuando la referimos a la aritmética , pero no lo es si operamos, por ejemplo, con números binarios. En el caso del sistema binario , 1+1 es 10. En el álgebra de Boole , 1+1 es 1. En la aplicación del álgebra de Boole al diseño electrónico se da el resultado anterior. Si enseñamos a un niño que al sumar un objeto a otro tenemos dos objetos, podemos entender, en consecuencia, que un "1" sumado a otro "1" son "11". 1+1=11 Y hay más ejemplos (¿conoces algunos?) En conclusión: 1+1 no siempre son 2 (luego... otro mundo es posible).
Una persona entra en una ferretería, pregunta el precio del objeto que quiere comprar y le contestan lo siguiente: -Si quiere uno le costará 6 euros. Si quiere once le costarán 12. Si quiere ciento once le costarán 18 . ¿Qué objetos quiere comprar en la ferretería?
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Desde mi punto de vista, yo pienso, que cuando asimilas la realidad en su totalidad y diferencias qué cosas son reales y cuáles no lo son, ya no existiría esa parte de soñar, de forma que sino fueras una persona muy positiva, tan positiva que tendrías que sacar de todo lo malo de la realidad (que es una gran parte) podría llevarte a la muerte, porque es dura la realidad en la que vivimos.
La realidad no es fácil de asimilar (como he comentado antes), no es perfecta, por eso los seres humanos necesitamos guardar el equilibrio entre realidad y sueños. Necesitamos que también existan en nuestras vidas los sueños. Porque si sólo existiera la realidad viviríamos solamente un tiempo hasta que ya no soportaríamos esa vida que es tan real pero a la vez tan dura..., por lo tanto, nos rendiríamos, acabando con nuestras propias vidas. Y si solo existieran los sueños estaríamos viviendo en la irrealidad (una fantasía), por decirlo de alguna manera, no estaríamos viviendo, es decir, todo sería una farsa, nada sería tal como lo percibes, y algunos llegarían a una fantasía de un mundo perfecto (que no existe). También existen los sueños muy tenebrosos (los malos o negativos) porque no hay que descartar que una pesadilla, es un sueño, pero con unos hechos negativos, malos y tristes (esos de los que nunca quieres volver a recordar).
Por lo tanto, algunos viviríamos en esas pesadillas llevándonos también a no poder soportarlas, como en la realidad por sí sola.
Por eso hay que establecer ese equilibrio, gracias a eso maduramos de alguna o otra forma con el tiempo.