Los límites del alma

Solemos comprendernos a nosotros mismos como un círculo dentro del cual transcurre nuestra vida interior y fuera del cual se despliega nuestra vida exterior. Dentro de nosotros, los sentimientos, las emociones, los afectos, los recuerdos, las esperanzas, los deseos. Fuera de nosotros, las cosas, las personas, el mundo en su inmensidad. Sin embargo hay buenas razones para entendernos a nosotros mismos no tanto como un círculo que separa un dentro de un fuera, sino como una línea que distinge dos ámbitos. Ambos son perfectamente objetivos. Si la vida exterior comienza en la piel y se extiende hacia fuera sin fin, tal vez hacia un “big bang”, la vida interior también comienza en la piel y se extiende hacia un dentro sin fin. ¿Hacia otro big bang? No lo sabemos. Pero comenzamos a entrever el sentido de aquella afirmación de Heráclito: "No encontrarás los límites del alma, aunque viajaras por todos los senderos: tan profunda medida tiene”. Claro: el alma es un límite.

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