Nacimiento y renacimiento de la filosofía
Al comienzo de cada curso nos cuentan que la filosofía nace en el siglo VI a.C. en unas pequeñas ciudades costeras de Asia Menor. Sin embargo, esta afirmación, sin dejar de ser cierta, es incompleta. La razón es la siguiente. Reduce el quehacer filosófico a su historia y olvida que la filosofía tiene el poder de renacer. La filosofía, además de nacer en aquel lugar y en aquel tiempo, tal como nos cuentan, vuelve a nacer cada vez que un grupo de personas reunidas alrededor de una pregunta se la toman en serio, dejándose llevar por ella, y se lanzan en busca de una respuesta, cuestionando su presente, invitando en él al pasado e inventando su futuro. Como el ave fénix, la filosofía renace de sus cenizas y, saltándose las fechas y los calendarios, vuelve cada vez que alguien se pregunta junto a otros ¿en qué consiste la justicia? ¿cómo lograr una vida feliz? ¿es la vida un sueño? ¿en qué consiste el paso del tiempo?
El poder de renacer que caracteriza a la filosofía se encarna allí donde un grupo de personas se atreven a preguntarse y a pensar por sí mismas. Ellas, todos los convocados por sus preguntas y los problemas mismos en torno a los cuales se reúnen y les hacen pensar, son los verdaderos protagonistas de esa historia.
El poder de renacer que caracteriza a la filosofía se encarna allí donde un grupo de personas se atreven a preguntarse y a pensar por sí mismas. Ellas, todos los convocados por sus preguntas y los problemas mismos en torno a los cuales se reúnen y les hacen pensar, son los verdaderos protagonistas de esa historia.
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