Un consejo para entrar en el Cielo
“Ya era tarde. Teníamos que marcharnos para llegar a tiempo a Betsaida. Cabalgábamos despacio por el camino que bordea el lago. Las aguas reverberaban por los rayos del sol. Las montañas se recortaban al fondo como pálidas sombras. Era un atardecer tranquilo y agradable. De repente aparecieron los niños mendigos que habíamos encontrado en el puesto aduanero. Se habían cogido de la mano y nos cortaban el paso. -¿Qué hacéis? -pregunté. -Jugamos a aduaneros. -Pues ¿qué frontera hay aquí? -¡Aquí comienza el reino de Dios! Empezaba a enojarme, pero me contuve. ¿Por qué no iba a dar gusto a aquellos niños? Así que seguí el juego. -¿Y qué hay que hacer para entrar en vuestro reino? Los niños se echaron a reír. El mayor de ellos dijo: -Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de Dios. -¿Quién reina en vuestro Reino? -En ese Reino reinamos nosotros, los niños. A nosotros nos pertenece el reino de Dios. -¿Y qué hay que pagar como impuesto? -¡Danos alg