Sobre el pasar de las cosas
Las cosas que pasan, ya sean alegres o tristes, banales o grandiosas, ocurren de forma sucesiva, según el antes y el después, en un orden irreversible, de modo que las cosas que ya han pasado, han pasado definitivamente y ni siquiera los dioses, dice Sófocles, pueden evitarlo. Nadie puede deshacer lo hecho. Cuando las cosas que pasan lo hacen de este modo, decimos que tienen una historia y esa historia cuenta cómo se suceden unas cosas después de las otras, pudiendo distinguirse en ese suceder etapas, fases y épocas. Sin embargo, las cosas que pasan no sólo suceden así, en sucesión, de forma irreversible, una sola vez y “nunca más” . Algunas de ellas, a la vez que se alejan del presente hundiéndose en el pasado, se acercan a él desde su distancia, llamando a su puerta. Recuerdo, por ejemplo, el nacimiento de mi hija. Según el calendario, han pasado ya varios meses y su llegada se aleja, como todas las demás cosas que pasan, del presente. Pero a la vez, y sin saber bien cómo, no