Mis paseos con Laura (o sobre metas y fines)
Cada día, a eso de las siete de la tarde, preparo a Laura para nuestro paseo. Mientras busco su abrigo (para que no pase frío), el peine (para domar durante un rato sus rizos rebeldes) y el león de peluche (para protegernos de posibles peligros) voy pensando hacia dónde iremos en esta ocasión. Tal vez a la plaza del Ayuntamiento, o a la que rodea a la Iglesia de San Antonio si vamos rectos o, bajando toda la calle, hasta el prado de San Roque. Cuando termino los preparativos y le digo "vámonos de paseo", ella se dirige hacia la puerta seria y decidida. La tomo en mis brazos para bajar las escaleras, la deposito en el suelo con cuidado y de inmediato echa a andar. Tengo que ir tras ella unos pasos y coger su mano para iniciar nuestro camino. Hoy, por ejemplo, iremos al Ayuntamiento. Ésa es la meta de nuestro paseo. Y sin embargo... el mundo es tan grande, está tan lleno de cosas asombrosas que tocar, agarrar, ver o saborear, cosas que no dejan de llamar nuestra atención p