El ser humano en Pico della Mirandola
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Pico della Mirandola |
No había ya arquetipo sobre el que
forjar una nueva raza, ni más tesoros que legar como herencia a la nueva
criatura. Tampoco un sillón donde pudiera sentarse el contemplador del
universo. Todo estaba lleno, todo ordenado en órdenes sumos, medios e
ínfimos. Pero no podía faltar en este parto postrero, por agotada, la
potencia creadora del padre. Ni podía titubear su sabiduría en cosa tan
necesaria como carente de consejo. El amor generoso de aquel que un día
ensalzaría la generosidad divina en los hombres no consentía condenarla
en sí mismo.
El mejor Artesano decretó por fin que
fuera común todo lo que se había dado a cada cual en propiedad, pues no
podía dársele nada propio. En consecuencia dio al hombre una forma
indeterminada, lo situó en el centro del mundo y le habló así: "Oh Adán:
no te he dado ningún puesto fijo, ni una imagen peculiar, ni un empleo
determinado. Tendrás y poseerás por tu decisión y elección propia aquel
puesto, aquella imagen y aquellas tareas que tú quieras. A los demás les
he prescrito una naturaleza regida por ciertas leyes. Tú marcarás tu
naturaleza según la libertad que te entregué, pues no estás sometido a
cauce angosto alguno. Te puse en medio del mundo para que miraras
placenteramente a tu alrededor, contemplando lo que hay en él. No te
hice celeste ni terrestre, ni mortal ni inmortal. Tú mismo te has de
forjar la forma que prefieras para ti, pues eres el árbitro de tu honor,
su moldeador y diseñador. Con tu decisión puedes rebajarte hasta
igualarte con los brutos, y puedes levantarte hasta las cosas divinas...
Los animales -dice Lucilio- traen ya del
vientre de su madre lo que han de poseer. Por su parte, los espíritus
comenzarán a ser lo que serán por eternidades sin fin, desde el comienzo
o poco después. Dios Padre sembró en el hombre al nacer toda clase de
semillas, gérmenes de vida de toda índole. Florecerá y fructificará
dentro del hombre lo que cada individuo cultivare. Si cultiva lo
vegetal, se convertirá en planta; si se entrega a lo sensual, será un
bruto; si desarrolla la razón, se transformará en viviente celestial; si
la inteligencia, en ángel e hijo de Dios. Y si insatisfecho con todas
las criaturas se vuelve al centro de su unidad, él, que fue colocado por
encima de todas las cosas, las superará a todas, hecho un mismo
espíritu con Dios, envuelto en la misteriosa oscuridad del Padre. ¿Habrá
quien no admire a nuestro camaleón? ¿O habrá algo más digno de
admiración? Con razón afirmó el ateniense Asclepio que el hombre, por su
naturaleza versátil y capaz de transformación, estaba simbolizado en
los relatos míticos por Proteo."
Giovanni Pico della Mirandola, Oratio de hominis dignitate, 1487.
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