No somos individuos, somos relaciones


Me contaba mi amigo Manuel lo siguiente:

"No somos individuos somos relaciones. Un individuo es una realidad indivisible en sí misma y dividida o separada de lo demás. Pero nosotros no somos ni lo uno ni lo otro:

No somos realidades indivisibles. Más bien andamos divididos por las esquinas del mundo, entre quienes somos y quienes deseamos ser, o andamos desbordados siendo más de lo que somos, anhelando, deseando, o andamos ausentes de nosotros mismos, llevando vidas de durmientes con apariencia despierta.

Y no estamos separados de todo lo demás. Somos un aspecto singular de una realidad en proceso. Relación que une y separa diversos ámbitos de la realidad: social, cultural  familiar, biológica, ecológica, profana, sagrada, presente, ausente, constituyendo en su diversidad esa combinación singular y única a la que solemos llamar identidad y por la cual estamos unidos  a todos los seres del mundo. Nada de individuos semejantes a átomos solitarios cayendo en un vacío sin fin, sino cuerdas que vibran al ser tocadas, resonando en toda su longitud. Pulsando una parte, vibra el todo. Todo abierto a resonancias sin fin".

¿Tendrá razón? ¿Serán los conflictos internos, el estar en guerra con las propias entrañas, una prueba de que no somos indivisibles, y la inquietud por los otro, (aquello de " Homo sum; humani nihil a me alienum puto", por ejemplo, aunque sea para darle la espalda), un ejemplo de que no estamos separados de lo demás? Él, seguramente diría: sí.

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